Marta encendió las luces de su taller antes de que amaneciera. La persiana seguía bajada, el olor a madera y café llenaba el aire, y en la mesa la esperaba una libreta nueva. Después de unos cuántos años trabajando por cuenta ajena un día decidió tener un hijo vio que todo se le complicaba y al final por diferentes circunstancias tomó la liquidación para tomarse el tiempo que ya llevaba necesitando. Cuándo pasó un corto espacio de tiempo pensó en que le gustaría trabajar en adelante y pensó que su hobby podría ser su negocio. Y ahí empezó todo.

Decidió convertir su hobby en su proyecto profesional, una marca pequeña, muebles a medida que gustaban cuando alguien los probaba. Lo que no tenía aún era un mapa claro para pasar de objetivos a clientes, alcanzar suficientes ventas para poder vivir de su pasión..

Entonces un día abrió su libreta nueva y escribió tres palabras en la primera página, clientes, internet, tranquilidad. Se repitió algo que había leído y había preferido posponer, si eres pequeño, tu ventaja es la claridad. No necesitas sonar grande, necesitas sonar nítido.

Se hizo una pregunta muy incómoda, ¿para quién trabajo de verdad? Hasta ayer respondía “para todo el que quiera calidad”, que suena bien, pero no ayuda. A Marta no la ayuda.

Por eso decidió cambiar el enfoque. No inventó perfiles de clientes, pensó en personas reales. Elena, que gestiona apartamentos y busca muebles resistentes, fáciles de mantener y con entrega fiable. Miguel, que vive en un piso pequeño y sueña con orden sin sacrificar diseño. Anotó lo que más les molesta, retrasos, presupuestos que cambian, dudas sobre acabados. Y lo que desean, garantía, montaje limpio, soluciones que aguantan la vida real.

Entró a su web que hizo sola al principio, en plan autodidacta, y la revisó con las nuevas ideas que habían surgido en la libreta y entonces notó el hueco. Minimalista, sí, pero con silencios que confundían.

Volvió a la libreta y reescribió “cómo trabajo” con tiempos realistas y expectativas mutuas como era el proceso que llevaba finalmente a una compra. Explicó cada fase en lenguaje normal, desde la primera llamada para pedir presupuesto para un mueble hasta el montaje final, qué incluye y qué no, qué necesita de quien le contrata para que todo fluya. Anotó también las preguntas que más frecuentemente le hacían y puso lo que más contestaba por teléfono, ¿qué pasa si algo llega con un golpe?, ¿cuánto tardan?, ¿qué acabados convienen si hay niños o mascotas?.

Buscó su negocio en internet y no lo vió, le costó hasta encontrar su ficha de Google Business que seguía un poco a medias, y que pedía a gritos más fotos y más contexto. Subió imágenes del antes y después, pidió reseñas a todos sus clientes con un mensaje amable y fácil de responder.

Luego fue a su Instagram para revisarlo con esta nueva luz de las notas que había apuntado en la libreta y pensó lo mismo que cuándo vio la ficha de Google, pero con fotos bonitas y ningún mensaje. Estaba claro que así nadie la iba a encontrar, así que decidió bajar la frecuencia de las publicaciones y subió la utilidad de lo que publicaba, mejor dos publicaciones a la semana con historias breves de cada proyecto, no “proyecto 34”, sino “la estantería que por fin aguanta los libros de historia de Mario”.

Y por la tarde cuando ya iba a cerrar el taller vió la libreta encima de la mesita donde tomaba el café y se dijo: «me siento un minuto con tranquilidad y voy a pensar que teclearía yo en Google si quisiera un mueble». Y escribió búsquedas tal cual las escribirían Elena y Miguel un jueves a las 22.30, “mueble entrada piso estrecho”, “litera a medida con cajones fuertes”, “muebles a medida con entrega fiable en Tenerife”. Y decidió convertir cada pregunta en una entrada de su blog, con títulos que responden preguntas sin rodeos y un siguiente paso claro, “cuéntame tu idea y te la devuelvo con fechas y propuesta”.

No hizo magia. Eligió ver su negocio desde el otro lado. Empezaba a tener un mapa. Pequeño, manejable, suyo.

Si tu te sientes como Marta y estás buscando como crear un mapa que te ayude a tener visibilidad en internet aquí te doy 5 ideas que puedes poner en marcha ya para mejorar la presencia de tu negocio en internet:

  1. Escribe sobre dos de tus clientes reales y lo que dirían de tu negocio con palabras que usarían ellos.
  2. Reformula tu propuesta en una frase que entienda un adolescente.
  3. Reescribe «como trabajas» con tiempos, plazos y expectativas.
  4. Sube 5 nuevas fotos de tus trabajos a tu ficha de Google Business con una descripción completa.
  5. Escribe como buscarían tus clientes tu negocio y piensa en crear entradas de tu blog que las respondan.

Esta historia de Marta la emprendedora de Tenerife continuará en otro post, así que si no quieres perderte la historia de Marta, suscríbete a nuestra web y consigue una auditoría gratis de como se ve tu negocio en internet, y así no te pierdes la historia de Marta y los nuevos tips que le vamos a dar para mejorar su presencia en internet.

Y si no tienes ganas de hacer todo lo que ha hecho Marta y todo lo que le queda por hacer, nosotras podemos hacerlo por ti trabajando cada día para hacer tu negocio más visible con todas las herramientas que se necesita conocer y dominar y comprometidas contigo porque, transformamos tus objetivos en ventas.

Por si te apetece seguir leyendo...

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